miércoles, 16 de octubre de 2013

El agua de mar puede regular la presión sanguínea, el colesterol y la diabetes mellitus tipo 2

Un estudio reciente muestra que el agua de mar presenta una actividad reguladora frente a estas tres patologías

Eurípides ya dijo que “el agua de mar cura todos los males del hombre” y la ciencia y los estudios realizados sobre el agua de mar a lo largo del tiempo, demuestran que el clásico griego no estaba equivocado.

Un estudio llevado a cabo recientemente por la China Medical University de Taiwan ha mostrado que el agua de mar posee la capacidad de regular la presión sanguínea y los niveles de lípidos sanguíneos.
Este estudio se realizó a partir de un concentrado de agua de mar cuyo componente principal era el Mg+2 en tres diferentes dosificaciones. Paralelamente, se puso en marcha un tratamiento con una solución equivalente de Cl2Mg y agua.

El estudio se llevó a cabo durante ocho semanas con ratas espontáneamente hipertensas. Durante este tiempo se observó que los concentrados con agua de mar disminuyeron la presión sistólica y diastólica de los animales. También se observó la acción preventiva sobre la aparición de la aterogénesis (depósito e infiltración de sustancias lipídicas en las paredes de las arterias de mediano y grueso calibre) en conejos hipercolesterolémicos. El agua de mar disminuyó de forma significativa los niveles de colesterol sérico, así como la acumulación de lípidos en los tejidos del hígado. Además limitó las estrías grasas aórticas.

Estos resultados corroboran y profundizan en las conclusiones obtenidas en anteriores trabajos de los doctores Fu ZY, Hwang HS y Radhakrishnan G.

Concretamente el doctor Hwang demostró en su día cómo esta acción estimulante del agua de mar también tiene como consecuencia una acción reguladora sobre la diabetes mellitus tipo-2 y la obesidad.

En sus estudios, estos doctores postulan que el agua de mar podría usarse potencialmente como agua potable, ya que modula la presión de la sangre, reduce los lípidos y previene la aterogénesis.




martes, 1 de octubre de 2013

El poder antibiótico del agua de mar

Numerosos estudios llevados a cabo en los últimos 124 años otorgan al agua de mar propiedades antibacterianas.

Las posibilidades del océano van a la par de su grandeza y desde hace s de 120 años los científicos están intentando plasmar todas las virtudes marinas de una manera racional y científica, alejada de cualquier interpretación azarosa.

Fue en 1889, cuando comenzó el conocimiento del poder antibacteriano del agua de mar, impropiamente llamado antibiótico, con las observaciones del médico italiano Vicenzo De Giaxia.

A lo largo de todos estos años se han llevado a cabo numerosos estudios, in vitro e in vivo, que han puesto en evidencia un fenómeno antibiótico en el agua de mar, difícilmente clasificable. Además, estos estudios han demostrado que esta acción antibacteriana aumenta por la acción de la luz solar.

Algunos de estos elementos antibióticos tienen una vida corta, otros presentan una larga vida, pero todos son dotados de una gran capacidad de difusión debido a las corrientes oceánicas horizontales y verticales. Este tipo de corrientes, s propias de los Vortex marinos, presentan una característica de torsión helicoidal que hoy se están estudiando muy intensamente por la ciencia oficial. Por otra parte, numerosos autores evidencian en el agua de mar substancias antibióticas, eubióticas, pero sin poder identificar su naturaleza química. Una observación incuestionable es que el poder antibiótico del agua de mar es termolábil, es decir, que desaparece al calentarla.

Los elementos antimicrobianos se ven liberados en el agua de mar por las grandes algas, así como por las micro algas fitoplanctónicas y ciertas bacterias marinas. Su presencia es muy variable y va asociada a la tasa fitoplanctónica. El océano está dotado de una perpetúa acción antibacteriana (equilibradora) y esta acción se ve potenciada cuando aparecen eflorescencias de algunas formas tiplanctónicas.

El plancton, tanto el fitoplancton como el zooplancton representa el 50% del aire que respiramos, el 98% de la biomasa de los océanos, es el regulador principal del clima y existe desde el origen de la vida.

Según señala Joan Miquel Coll, del Departamento Científico de Laboratorios Quinton, el poder antibiótico del agua de mar difícilmente se puede clasificar. Es el totum del agua marina lo que le confiere esta capacidad, amén de los posibles efectos antbióticos puntuales evidenciados, según las cepas encontradas. Por lo tanto, este conjunto simbiótico marca nuestra evolución y ayuda a nuestra capacidad orgánica a reaccionar. La Terapia Marina, actúa, de una manera incuestionable, gracias a la impronta del totum mineral-orgnánico del zoo y del fitoplancton, siempre que, como han demostrado los numerosos estudios llevados a cabo, se respete la sensibilidad del agua de mar al calor.




Eflorescencias en el Golfo de Vizcaya